sábado, 26 de marzo de 2011

TOC TOC, ¿QUIÉN ES?... (MIDE LA MURALLA).

Cuando a uno, que vive solo, le proponen visitar un sábado cualquiera la inauguración de un museo situado en el interior de Dalt Vila, la zona amurallada y más hermosa de la ciudad -y de tantas y tantas otras ciudades-, apenas puede resistirse.

Sabía que mi tía estaría allí, así que atravesé esta hermosa y decadente calle portuaria, y silba que te silba me presenté en el núcleo de Eivissa.







Recuerdo que a la semana de llegar aquí, curiosée por el mercado, donde una vendedora de frutos secos me comentó que, pese a no haber nacido por estos lares, siempre se le ponía la carne de gallina al pensar en lo bonita que es esta isla.

Es como un foro del tiempo de los romanos, y las frutas y verduras son estupendas...

 Claro que esa señora trabajaba justo enfrente de esta  maravillosa fortaleza (y así, cualquiera...):



El día en que este lugar sea más célebre y conocido en el mundo que las discotecas de las narices, algo habremos ganado.


Os lo enseñaré encantado

 (aprovechemos que no hay turistas hoy):


                                    
.

                                      


                                                  


En febrero fuí testigo de una actuación realizada por actores, ataviados con los ropajes preceptivos de la Edad Media, quienes aguardaban a los visitantes para sorprenderlos, o al menos a quienes quisieran pagarlo.

Aprovecho para recordar que este blog es gratis.

                                         
Girando a la derecha desde al anterior empedrado, enfilamos hacia el interior mismo.


                                      
 El Museo de Arte Moderno de Eivissa se halla precisamente a la entrada de la propia Dalt Vila.

Y esta es una de las vistas que pueden apreciarse desde sus ventanas:



Según me contaron después, el edificio ha sido rehabilitado, de ahí que resultara necesario organizar uno de esos actos protocolarios a los que asiste hasta el periodista Juan Cruz, y en los que alguien del Ministerio de Cultura siempre ofrece soporíferos discursos:


"Deseo constatar que este magno acontecimiento se enmarca en la gloriosa hégira cultural que la isla afronta con beneplácitos y parabienes dignos de... ".

(BLA, BLA, BLA).

                                      

Hay miembros de la prensa -como el de la derecha-, que parecen ignorar que ellos mismos posan de un modo mucho más insinuant e y exótico que cualquir modelo.

Son animales raros. Deberían existir fotógrafos oficiales de fotógrafos.

Y revistas especializadas en fotógrafos que fotografían.


                                     
...Y desde el ventanal del Museo de Arte Moderno puede distinguirse, por descontado, un panorama espléndido del Arte más Clásico...

                                                       
(tan solo quise fotografiar a una paloma, incluso sin reparar en el entorno en que se encontraba...).

 
Adoro la postura de esa niña

(de hecho, ella era la única que no parecía sentir necesidad alguna de fingir interés por el arte moderno, o las personalidades VIP).

                                   
Y las casas particulares de la ciudad componen, de momento, la única obra de arte que uno puede espiar desde este museo

                                             
"Eeeeecooooooooooo...".



...pues todavía se halla vacío de contenidos, no hay una sola pintura colgada aún...


         


 Así que lo único que uno puede hacer en un lugar como este es pasar desapercibido, y divertirse un poco con su cámara...

                                                 
ÉL:

 "Hmm... Ignoraba que Zsa Zsa Gabor viviera en esta isla...".



                                         
(...pero la buena de Zsa Zsa deseaba curiosear por su cuenta...).




                                
A pesar de asemejarse a un fresco o cuadro que coronar el interior de una estancia, se trata simplemente del currante que trajina...

 en la fachada de enfrente.



                              

Planta baja: admiramos los restos arqueológicos conservados...



                                        

...pero ay, no somos nada.

Si los habitantes de aquellas construcciones, hoy meras ruinas bajo un cristal, hubieran adivinado el desenfadado ágape que tendría lugar varios siglos más tarde...

Y en fin, esto es todo lo referente a este Museo. Aprovecho para presentaros a mi tía, la figura que guarda bastón de la izquierda:


                                 

A su lado, su amiga Anna María, oriunda de Milán, 83 años, y personaje digno de Marcel Proust, quien se zampó unos veinte canapés, y quien me convenció a la salida -y por mediación de mi propia tía, es verdad-, para ayudarla a medir el ancho de diversos tramos de la muralla exterior de Dalt Vila.

Utilizamos para ello un metro de medir. Ella decía que necesitaba diversas referencias, para cedérselas a un amigo arquitecto. Y yo obedecía, atónito.

No conservo testimonios gráficos de la acción, desgraciadamente se me acabó la batería del móvil, y no puedo incluir el glorioso momento en que la inefable Anna Maria se puso a charlar, en el barrio de la Peña -donde habitan los gitanos de la urbe-, con un señor barrigón, pecho plagado de tatuajes, y razonamientos acerca de por qué la etnia gitana introduce sus burros dentro de sus propias viviendas.

Ella no cesaba de sonreír, incluso le hizo una foto al señor (era como ver conversar a Pitita Ridruejo con uno de los Gypsy Kings).

Por eso, y por mucho más, a punto estuve de estrangularla esta tarde. Ay, Anna Maria de mis entrañas...


¡SALUD!

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