viernes, 4 de marzo de 2011

SOL CON SENDEROS

Bien, pues hoy me he levantado con el sol brillando en el cielo, lo cual es siempre muy buen augurio. Y esta de aquí arriba es la vista que hay desde el balcón, donde se distingue un cachito bonito de mar, y detrás de un pico del puerto, el mar abierto.





...¿Que qué está observando este camarero con unos prismáticos?...

   
                             (...PUES EL MAR, IDIOTA, EL MAR...!).





        Se me ocurrió tomar la bici y trepar por esa colina que puede apreciarse al fondo de esta foto. Hasta allí el camino es frecuentado por gente, habitantes de la localidad, pero en general es tranquilo, o al menos hasta que arriben dentro de poquito las huestes de turistas...                                       

Digamos que abundan los bungalows habitados por alemanes, en su mayor parte, y que ir ascendiendo poco a poco, con respecto al nivel del mar, supone un placer.

Ahí fue cuando dí con los caminos de solitarios de tierra...


 


Me estoy haciendo un lío, en este mismo momento, con los márgenes y los textos, y prometo mejorar la edición, pero conviene señalar que cuando se vislumbra el mar en toda su intensidad, a través del contorno de los pinos -que tanto abundan en esta isla-, uno no ve precisamente cualquier cosa, como quien dice.






De hecho caía el sol que no veas. Y ese aroma que emana de la vegetación... Hmm...


Apreciad la textura azul, azul, azul de ese agua... 





Esta morada de aquí abajo se encuentra completamente aislada, por ejemplo. El acceso, restringido por completo al coche, y por un camino de cabras. Los perros ladraron, alarmados, al oír los frenos de mi sufrida bicicleta.



Ya en el descenso, me hizo gracia percatarme de los inhabitados negocios veraniegos para guiris. 



 

Sobre todo, Siesta. Porque no hay germanos en la costa.



                                                                                     
                                                                                  Banderas deshilachadas... Muy simbólico.






Y la recompensa tras el ascenso consiste en volver a esta pequeña desembocadura de un río.





Se trata de un lugar encantador, que uno no se espera si no lo conoce.








...Y siempre que miro fijamente estas sombrillas, tengo la sensación de que se trata de un ballet preparado para ponerse a saltar y a brincar en cualquier momento.


               Otra recompensa consiste, asimismo, en la vista de que disfruto justo enfrente de la fachada de la casa que ahora habito:


     (Oh, esa sábana líquida... Todo madrileño de pro ha de quedarse hipnotizado a la fuerza).












...Fachada que os estoy enseñando aquí arriba (1º E).

Sois bienvenidos a ella siempre que gustéis.


En la siguiente entrega de "El mar, idiota, el mar...!":
DÍA DE MERCADO EN SANTA EULALIA.



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