domingo, 6 de marzo de 2011

DIOS ENTRE LOS PINOS

 Ok, pues resulta que los domingos, especialmente para alguien que frecuenta el paro desde más de hace un año y medio -como es mi caso-, representan el día menos apetecible de la semana. Sientes que todo el mundo merece descansar, excepto tú, y en tal carácter, y como para compensar el asunto, uno se busca tareas que le mantegan ocupado.


(y aparte de todo, creo que ya era hora de barrer y fregar un poco el suelo).


Conocer Ibiza es conocer sus calas. Como no dispongo de vehículo propio -si bien espero que alguna alma caritativa me visite para alquilarlo-, me contento con desplazarme en bicicleta a las más próximas a Sta. Eulalia.  Entre ellas, Cala Llonga. A unos 5 km. Solo que he de avisaros: cuando veáis una cala con una entrada parecida a esta...



 ...alejáos, o al menos desconfiad. Me refiero: os expondréis a visitar una especie de emporio turístico, habilitado para veraneantes poco imaginativos, y flanqueado por bloques y más bloques de viviendas.

Nada que ver, además, con las más bonitas (en mi opinión, Cala D´Hort, o Es Cavallet) o más íntimas (la irresistibe Cala Carbó), ámbas al este de la isla.

Aunque debería comerme estas palabras, digamos que tampoco es que esté tan mal. Y es que hacia la hora de comer no había ni un alma (en verano, esto parece la Puerta del Sol).




Pero para muestra de afeamiento del entorno, un botón:





Me encanta perderme con la bici, improvisar, tomar senderos imprevisibles. Uno de ellos me llevó ante este tipo de cartel. Siempre he querido ir a un bar llamado "Cacatúa"...




 ...lástima que estuviese cerrado en ésta época, como tantas otras cosas, lo cual aporta una dimensión de tranquilidad a la que ciertamente no me hallo acostumbrado (suelo venir en julio o en agosto). Pero descubrí el paradero, queridos amigos, del Pueblo Espárragos.




El Pueblo Espárragos hace cierta justicia a su nombre. No os voy a mostrar imágenes de sus viviendas, de sus alemanes aislados risueñamente, provistos de todas las comodidades -piscina, bar, tintorería-, sino de su iglesia.

Porque la iglesia de Pueblo Espárragos... se halla insertada entre los pinos. Consta de bancos, una cruz, un altar...





...y su propia Capilla Sixtina.

A uno le dan ganas de exclamar: "¡Espárragos..!". O santiguarse. Aunque pese a ser domingo, no había un alma, pecadora o no. Sí, sí, mucho confiar...




...pero nada. El camino hasta allí no era especialmente interesante. Y ya de vuelta, se me ocurrió almorzar encantadoramente en el restaurante chino de abajo, frente a la bahía.





(y sí: en Ibiza la comida de los restaurantes chinos sabe igual a la del resto de restaurantes chinos del planeta; rollito, arroz tres delicias, ternera con bambú... ¿cómo lo consiguen?).



Y que el siguiente autorretrato fallido os exprese mi cariño. Y mi necesidad de irme pronto a la cama, que estoy baldao.

¡Muy buenas noches desde la Isla Blanca!


Guau, ¡qué flash!...



En nuestra próxima entrega de "El mar, idiota, el mar...!":

"Lunes: la lucha por la vida".

Soon in a blog near you.

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