Así que el agua de Ibiza sigue mostrándose cristalina y turquesa, generosa en matices y ondas y...
Mentira cochina:
es Formentera.
Se recomienda partir haca allí con, al menos, dos amigos y en un barco matutino -aunque sea desde Santa Eulalia, más lejana-, y tardar una hora y media, brisa en cara y edificantes vistas.
Y alquilar un par de ciclomotores nada más llegar (que con el descuento del barco, se queda en unos 30 euros para todo el día).
El ciclomotor es más grato y práctico que la bicicleta, al menos por estos lares.
Una sola carretera principal parte la isla por la mitad, de la que se desprenden otros caminos.
Pero si torcéis a la derecha, en la costa denominada Migjorn, encontraréis una costa tranquila incluso en agosto (y un restaurante estupendo llamado Real Playa).
Consejo práctico: elegid un retorno nocturno, si solo deseáis permanecer un día, porque la mejor luz arrecia a la hora en que salen muchos barcos hacia Ibiza.
Y no perdáis el barco, sea cual sea, tal y como hicimos nosotros... Aunque siempre hay maneras de no quedarse en tierra y regresar.
Y gozar de la travesía bebiendo una cervecita...
Claro que existen otros imponderables, como sea que el barco en cuestión se averíe, y el conductor anuncie por megafonía sus disculpas.
Acogidas con gran estupor por la cariacontecida tripulación...
Pero es divertido estar en un barco y aguardar como diez minutos a que venga a rescatarte otro.
Lo que asegura algunas maniobras muy entretenidas.
Habíamos perdido un barco, pero ganado otro.
Hay que volver a Formentera.
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