domingo, 29 de mayo de 2011

MOJ (HITOS)

Por la mañana me la pasé buscando trabajo. Por la tarde, pendiente del cielo. Todavía quedaba incendio, y por lo tanto, hidroaviones, aunque sin duda no tantos como estos dos últimos días.







Esta vez escogí, por azar, un camino muy tranquilo, en dirección al monte del Morna. Adoro el sosiego de esas carreteras solitarias.





De hecho hallé el lugar idóneo para iniciar la cuenta, en caso de no poder conciliar el sueño... Mejor que un Orfidal.







Y es que la fauna de esta isla no consiste exclusivamente en lagartijas...



Ejemplo de perrito temperamental, que protegue a su dueño con sus ladridos, y que en vez de asustar, despierta ternura.



Del incendio, ya más controlado, apenas se distinguía más que unos cuantos focos aislados de humo.








Y en determinado momento, lo confieso, fuí víctima de uno de los Célebres Retrovisores Mágicos Ibicencos (CRAI). No abundan tanto, entendedme bien, pero a veces algunos espíritus se adueñan de tu vehículo, impidéndote seguir...












Te sientes impotente, porque pretendes proseguir tu camino. Y corres el riesgo de dejar tu bici ahí para siempre. Procede mantener la calma.

Y por si os ocurre lo mismo alguna vez, cuando vengáis, deciros que lo mejor que podéis hacer es ir encogiend asimismo de tamaño, silenciosamente...







Y mostraros amistosos y amigables con los espíritus del retrovisor propiamente dicho.







(explicar que, en el pasado, ya había caído en las redes de alguno de estos espejos, como aquel que te inmoviliza en el km 3, al mejor estilo "El Grito" de Walter Munch...)





De modo que así, sin acritud, comienza uno a recobrar su forma y tamaño original.

"Yo solo venía de paso, no fue con mala intención...", ha de explicar, sin perder la afabilidad.







Y por último, el rebuzno prescriptivo.

(o, de lo contrario, las medidas de esos mencionados espíritus pueden ser terribles...).



"IIIIIIIIIIIIHHHHHHHHAAAAAAAHHHH"....


Gracias. Libres. Ahora, a continuar caminito.








(Uff, por poco...). Decidí dar media vuelta por fin a la altura de San Carlos. Allí se encuentra, por cierto, la esquina de bar más particular y curiosa que conozco.








De haber fotografiado el trasiego de coches, no hubiera conseguido captar la esquina en sí. Tan solo decir que a curva tan cerrada, en cruce tan frecuentado, también le acompaña la problemática de cómo diablos caber en esa mesa y esa silla situada en del extremo a la derecha, sin que a uno le atropelle un camión...

(quizá las cervezas sean más baratitas justamente en ese punto...).







De San Carlos quedaba descender y descender hacia el mar, idiota, el mar...



Yupiiiiiiiiiiiiiiiiii











Ahí va, qué ola que... ¡Eh, pero que me ahogo!... (HHKHHQWHDQJWHD....!!).




Ahora tenía el tiempo justo para pasar por casa, ducharme, y coger el bus hasta Eivissa, para ver la final de la Champions en compañía de Fernando y en casa de Vicent y Sonia, a quienes estoy aprendiendo a conocer.











Aunque casi no llego, distrayéndome  mirando no ya casas, sino a veces incluso la MISMA casa...













Y en el 15-M ibicenco, más perroflautas que asociaciones e ideas realmente eficaces (pero mejor que exista a que no exista, ¿no?).


Lo gracioso es que viven rodeados por las terrazas más pijas y lujosas que imaginarte puedas, coleguita.





Para mí es un placer visitar a alguien en Dalt Vila...






O Dalt Bola, por mejor decir, dado que el partido acababa de empezar. Y ya Vicent había iniciado la primera jugada con un estimable regateo de mojito...







(Vicent es la figura borrosa y fuera de plano de la izquierda, microdécimas de segundo después del primer gol culé...).







A la altura del segundo gol, Vicent ya se había calzado la camiseta preceptiva.






Y Después del tercero, se había encaminado a la fuente del Parque de la Paz...







...abandonando sus zapatillas para lanzarse de cabeza a una fuente -de medio metro de profundidad-, y en compañía de otros muchos forofos.







Ha sido un día estupendo.

Pero echo de menos a todos y a cada uno de mis amigos, y esa ciudad madrileña.

A propósito: en caso de que os enteréis de alguna oferta de trabajo asequible en la capital, hey, pegadme un toque. Aunque sea dando clases de inglés. Porque de ibicenco y catalán no he aprendido nada de nada...

1 comentario:

  1. Ese bar de San Carlos es el mítico "Bar Anita". Un lugar especial.
    En la entrada hay una pared llena de buzones que se pusieron allí en la "época hippie" para que los muy desperdigados y remotos vecinos de la zona tuvieran dónde recoger la correspondencia.

    Sobre el "mojito" que msotrabas... tengo serias dudas.

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