sábado, 3 de septiembre de 2011

HAY CLASES Y CLASES



Ya fuese en taxi...






...ya en el propio coche de la madre para quien trabajaba...







...he ido acudiendo durante diez días seguidos a un domicilio de lo más particular, donde me esperaban tres niños menores de diez años, para recibir clase.









Era como visitar a Charles Foster Kane en Xanadú.

"Bonita choza", pensé el primer día.








 Pronto me enteré de que eran los bisnietos de cierto dictador, que ocupó su cargo en España durante cuatro décadas ininterrumpidas, y cuyo nombre omitiré por discreción.













Aunque si he de ser Franco, su madre solo deseaba desprenderse de ellos para dormir la mona por las mañanas.


Yo no sé cómo me pasan estas cosas. Las clases incluían bañarse, o jugar al fútbol.








Aunque este fue el punto álgido de atención que logré despertar alguna vez en ellos:







Bien, pues yo me entretenía con el paisaje.




















No pegaban golpe -como es natural en agosto-, así que yo también me dedicaba a pintar, o a escuchar sus historias acerca de ir en yate, o qué sé yo.






Me traían algo de cabeza a veces, pero también fue algo surrealista y divertido.








Contacté con los miembros de otro planeta: disponían de tanto dinero que hasta los problemas  parecían desvanecerse con el mero chasquido de los dedos

 (ya que todo -como señalaba casi siempre la madre-, "ess... una gozada";

y la servidumbre, practicamente invisible).


Sí, definitivamente hay clases y clases.

2 comentarios:

  1. Buenisimo, a ver si te planteas un acto de justicia y se ahoga alguno en la picsina, jajaja
    mas alla de la macarrada, como siempre el relato mola.

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  2. Que noooo... que ése día "la servidumbre" eras tu.

    Tienes una ocasión de oro para enseñarles a esos Pequeños-Tiranos-De-Tirana-Estipe los palabros que prefieras.

    Por ejemplo: libertad, desvergüenza y garrote vil.

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