lunes, 28 de febrero de 2011

ESPERANDO -INÚTILMENTE- A LA ALUMNA

Hoy he esperado en vano a la única alumna de mis clases de inglés que, aparentemente, todavía ofrecía visos de un mínimo decoro y puntualidad (&%$3$%!!!!!). Iba contemplando el Pasaje des Molins, donde habito, apoyado en el balcón. Sintiéndome como un novio abandonado en el altar. Llovía. Quiero decir: durante la primera semana de mi estancia, conseguí convocar a tres personas a la vez en este piso, pero el sueño se desvaneció enseguida. En fin, yo también tuve 22 años, quedándome dormido por las mañanas, pasando de todo, etc. El problema es que yo ya casi tengo 39, y necesito impartir estas clases.




Lo de conseguir trabajo por aquí, en esta época del año, no es precisamente sencillo. Al menos hoy me ha llamado otra persona, que ha leído esos anuncios con los que suelo empapelar Santa Eulalia del Río, prometiéndome que volvería a llamarme. Veremos.



Incluyo imágenes del entorno del piso. Con la vista de que disfruto desde que salgo del portal y doy un par de pasos...






En otro vibrante orden de cosas, he llevado toda mi ropa sucia a una lavandería cercana. Cinco kilos a cambio de once euros. Además, hoy he comprobado que en Ibiza también hace mal tiempo, aunque cuando retiras la mirada hacia el mar, se hace más llevadero. El mar provoca que prolonguemos la mirada, hasta la manera de mirar. En Madrid ciudad, salvo cuando acudes a una gran avenida, los panoramas se hallan abortados por la sempiterna presencia de los edificios mismos. Pero aquí no hay modo de desentenderse del cielo. Y ahora me voy a dormir, que ayer ví los Oscars, que me aburrieron mucho, y necesito descansar. Cuidaos mucho. Beso.

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